Tomás Abraham es uno
de los pensadores más lúcidos y críticos del kirchnerismo. La lechuza y el caracol es un libro que moviliza, invita a la
reflexión. El autor lo plantea como un “contrarrelato”, es decir, “desrrelatar”
o contraopinar, que es la función del filósofo; no creer en lo que él mismo
piensa. Critica a la sociedad de la idolatría, del fanatismo, de la hipocresía,
de la mentira, una sociedad sectaria, fragmentada por un gobierno enfermo de
poder, con un discurso autorreferencial, que no permite el disenso y que
manipula la memoria. Todo se dirime en
pros y contras, lo que empobrece el pensamiento y “es el coto preferido de
protagonistas mediocres”. “Ser” kirchnerista o “ser” antikirchnerista es el
nuevo emblema del embrutecimiento que se nos impone”, escribe en la
Introducción. Por eso invita a confrontar, a pensar, a ser libres, ante un
gobierno que disfraza, oculta las falencias y censura al que piensa diferente.
Considera que nuestro país no tiene sistema político alguno, ni siquiera republicano;
es verticalista y con una crisis de
representatividad crónica, endémica. La autoridad se deslegitima y se venera el
poder. “Sobre los escombros jurídicos, políticos y éticos hoy el kirchnerismo
reina con hegemonía”.