domingo, 16 de mayo de 2021

 

Los llanos. Finalista del Premio Herralde de novela 2020

 Federico Falco (General Cabrera, 1977)

Es la historia de una ruptura, desde lo personal y desde lo familiar, y la catarsis, la liberación de retenes y ataduras mentales, familiares o sociales. El protagonista, parte de un duelo sentimental (la ruptura con Ciro) y familiar (el alejamiento del entorno familiar en General Cabrera para vivir en Buenos Aires) y también de su incapacidad por el momento de escribir tan siquiera una línea, esbozar una idea, iniciar el proceso de escritura de un cuento, de algo. Elige para vivir y transitar ese duelo un lugar alejado e inhóspito del conurbano bonaerense:


“Zapiola es de esos pueblitos que nunca llegaron a ser del todo. Una línea de casas frente a la estación del tren. Dos boliches/almacén, “lo de Anselmo”, “lo de Zito”. Un grupito de construcciones solitarias en medio del campo, sin reparo, al rayo del sol. Un pueblo apaisado y amplio, un tanto inverosímil, más baldíos que casas, más vacío que pueblo”.

Allí inicia una huerta y dedica todos sus días a trabajar para mantenerla y vivir de ella. Un trabajo arduo que implica fatiga diaria, soportar las inclemencias del tiempo y reiniciar al día siguiente con la esperanza de que no todo se haya perdido. Lucha de la naturaleza y del horticultor contra la sequía o las lluvias; el calor abrasador o el crudo invierno; las hormigas o plagas de las plantas; el viento. Que es también combate contra la soledad y el aburrimiento pero que se asume con entereza. El personaje es un escritor que atraviesa una crisis sentimental y laboral. Por lo que la novela le sirve al autor para hablar del proceso de lectura y de escritura.

Al respecto en entrevista de “La Nación” 12/12/2020, Federico Falco dice:

“La novela intenta explorar ciertas tensiones entre arte y vida, entre las historias que inventamos o imaginamos y lo que nos sucede, entre las historias que leemos y lo que vivimos. El personaje está obsesionado con la forma de los relatos y, al mismo tiempo, está descolocado porque de pronto su vida se desarmó y no siguió el hilo del relato que él había imaginado para sí mismo. Eso lo pone en crisis, no solo con su propia vida, sino también con su escritura. De ahí ese reflexionar sobre el escribir, sobre la forma de las historias, sobre los efectos que los relatos tienen sobre nosotros. Es una novela sobre leer y sobre escribir: la lectura es compañía pero también lugar de encuentro. Lo que leemos y escribimos tiene efecto en nosotros.”

Y respecto al poder catártico de la escritura responde:

“Me gusta eso que dice Walter Benjamin, que escribir es básicamente un proceso telepático. Escribir sería hacer telepatía, meterse en la cabeza del otro. Y si uno va a meterse en la cabeza del otro, mejor hacerlo con cierta atención y amabilidad para que la experiencia sea valiosa para ese otro. Lo pensaría como un proceso en dos tiempos o dos movimientos: un primer momento que podría llegar a ser catártico para el autor, y un segundo movimiento que implica dar cierto orden a esos materiales, procesar eso que surgió hasta encontrar una forma, una manera de decir, que habilite el encuentro con el lector.”

La novela está divida en capítulos titulados que refieren a los meses del año de verano a primavera. Porque el tiempo que transcurre o el tiempo detenido, ese tiempo interminable, se siente en las reiteradas descripciones del paisaje de la llanura, de esos llanos a los que hay que atarse a algo para subsistir:

“A una huerta, un bosque, una planta, una palabra. Atarse a algo que tenga raíz, anudarse para no perderse en el viento que sopla sobre la pampa y llama.”

Porque el campo, ese de su infancia en Cabrera con sus abuelos, el de tantos momentos felices, en donde se encontraba a sí mismo:

“Yo en el paisaje. Yo en la llanura. Sin ayuda pero también en contacto. Era un espacio donde me podía encontrar a mí mismo. Era un espacio donde podía leerme”.

ahora es el lugar de fuga, de encierro, de reflexión y de soledad. Y que la escritura es evasión y es creatividad pero que:

“ninguna palabra doma la pena. Ninguna palabra la espanta”

El paisaje cobra dimensión en las descripciones de la llanura, en un uso meticuloso y acertado del lenguaje; no hay barroquismo ni exageraciones. El paisaje se ve, se siente, se palpa, se vive.

Hay también a lo largo de la novela citas de escritores en sintonía con la trama o la temática, como la de Hebe Uhart: “Lo más difícil son los finales” refiriendo al proceso de escritura.

En el caso de Los Llanos no sólo se recrea un paisaje sino que el protagonista - escritor va re-creándose, en un contrapunto que pendula entre experiencias fallidas y felices. Porque la lectura transforma, cambia al que lee. Es un lugar de encuentro entre autor y lector. Y el escritor no es ajeno a ese cambio. Muchas veces una historia cambia al que la cuenta.  

 

Línea de fuego - Arturo Pérez-Reverte



“Yo he intentado contarlo desde los dos bandos a la vez, ese era el desafío, y que los dos bandos fueran contemplados a nivel de trinchera. Yo quería moverme por ese territorio amplio; ver la guerra con mayor atención al ser humano”. Y es precisamente ese lugar donde no recurre a la dicotomía entre buenos y malos; tampoco hace uso de una memoria selectiva o política. “Mi novela habla de los seres humanos; ahí la frontera entre buenos y malos no está tan clara”, explica Pérez-Reverte.



“Quiero que los lectores vean la crueldad de la que somos capaces. He aprendido más de los malos; la maldad tiene tantos matices, tantos ángulos, es tan sorprendente rica, tan educativa; el contacto con la maldad enriquece. El mal es muy interesante”

(entrevista de Silvina Riera, “Página/12”, 4/11/2020)



La novela narra la trágica batalla del Ebro durante la Guerra Civil Española (1936-1939) donde murieron veinte mil hombres entre republicanos y nacionales, mezclando hechos históricos y ficticios. Como se aclara al comienzo del libro “en la noche del 24 al 25 de julio de 1938, al comienzo de la batalla del Ebro, 2890 hombres y 18 mujeres de la XI Brigada Mixta del ejército de la República cruzaron el río para establecer la cabeza de puente de Castellets del Segre, donde combatieron durante diez días. En realidad, ni Castellets, ni la XI Brigada, ni las tropas que se enfrentan en Línea de Fuego existieron nunca. Pero aunque las unidades militares, los lugares y los personajes que aquí aparecen son todos ficticios, no lo son los hechos ni los nombres en que se inspiran”. No sólo deambulan personajes de las Brigadas Internacionales, corresponsales de guerra extranjeros, el Tercio de Monserrat, la quinta del biberón (aludiendo a los jóvenes e inexpertos reclutas de la guerra), voluntarios y no voluntarios a los que el azar los pone en ese lugar, los idealistas y los que quieren escapar del infierno. Pérez-Reverte incluye también a mujeres voluntarias comunistas, entre 19 y 43 años (que no existieron en realidad) que tienen como misión asegurar las comunicaciones en la cabeza de puente que el ejército republicano intenta establecer en una localidad imaginaria : Castellets del Segre.

A pesar de su extensión, las 682 páginas se leen sin que decaiga el interés porque el autor demuestra su extraordinaria habilidad narrativa para atraer al lector. Y sus conocimientos de veintiún años como corresponsal para diarios y televisión en siete guerras en África, América y Europa, permiten una descripción detallada de situaciones, contextos, sensaciones que van más allá de lo histórico y lo verosímil. Es humanidad la que se respira. Son los seres humanos y sus historias individuales lo central de la trama. Los miedos, vacilaciones, infortunios, traiciones, incertezas, privaciones; el hambre, la sed y la desesperación de la guerra expuestos de manera cruel y descarnada.


Ante la crudeza de las escenas, el autor intercala diálogos insólitos donde hace gala de un humor ácido y negro. Junto a las coplas que entonan los soldados de ambos bandos permite relajar un poco la tensión y la tragedia. Memorable es la escena al comienzo de la novela cuando dos personajes escuchan entre quejidos de angustia: “Madre, madre… Dios mío… Madre”. “Un fachista herido, seguro”, dice Olmos. El otro personaje, Panizo, le pregunta: “¿Cómo sabes que es fachista?”. Entonces Olmos responde: “Hombre, no sé… Está llamando a Dios y a su madre”. El remate de Panizo no se hace esperar: “¿Y a quién quieres que llame? ¿A la Pasionaria?”.


Línea de fuego es un alegato contra la guerra civil española, una guerra que ha dejado huellas muy profundas en toda la sociedad que han sido y son difíciles de borrar. Como dice el capitán Bascuñana es “el horror enfrentado a otro horror”, y ya no, como había creído al principio, la “lucha del bien contra el mal”.

Una novela intensa, dura, en carne viva, que cuestiona desde lo humano no desde lo ideológico; de lo trágico de una contienda de españoles contra españoles.

 

El precio de la amistad - 
Kjell Askildsen


Es la séptima colección de cuentos de Kjell Askildsen (Mandal, Noruega, 1929) y consta de doce cuentos breves, escritos entre los años 1998 y 2004.

En el epílogo “Diccionario Askildsen”, Julián Rodríguez plantea que sus relatos son des-narrativos “en la medida en que evitan fáciles implicaciones causales, circulan en un espacio dilatado, digresivo, recurren a ejercicios del pensamiento a través del monólogo interior o se aposentan sobre la deriva del sentido como una manera de expresar el drama del tiempo y su ausencia”.

En Askildsen prevalece la realidad desnuda, despojada, brutal, seca. Personajes en donde el tedio, la soledad, la vejez, la muerte, la culpa, las relaciones familiares, matrimoniales, las amistades se muestran como son, sin vueltas. El lema de Antonioni a partir de 1961 era “La malattia dei sentimenti”, la enfermedad de los sentimientos y el director de cine le confiesa a Mario Verdone “ser muy reacio a poner música en las películas, precisamente porque siento la necesidad de ser seco, de decir las cosas con lo menos posible”. Palabras que se pueden transferir al estilo de Askildsen: escueto, economía de palabras, breve, seco. Pocas descripciones, los personajes deambulan en la niebla existencial; están atascados en una existencia sin sentido de la que no pueden salir por miedo, por comodidad, por carecer del valor para subvertir las cosas…viven…pasan.

Fogwill lo describió en el prólogo a una edición de los “Cuentos Reunidos” (2010) de esta manera: "Con personajes sin rostro ni más rasgos físicos que el detalle indispensable, con nombres que se olvidan de inmediato, sin tonos de voz, el noruego puede construir todo un mundo".

Un mundo en donde “la oscuridad está para planes, la luz para vacilaciones" como dice en el cuento "La casa roja". El mundo Askildsen.