En la dedicatoria se lee: “A los que construyen su propia catedral, sin dios” y un epígrafe de R.W.Emerson: “La religión de una época es el entretenimiento literario de la siguiente”.
Los epígrafes en cada capítulo han sido seleccionados de manera meticulosa y pueden inclusive tender un hilo de significantes en la trama de la novela. Son seis capítulos y un Epílogo que pertenecen a cada una de las voces narrativas:
1 - Lía – “Es lo que quiero pensar, lo que quiero creer, pero tengo miedo de dejar de creerlo. Me pregunto si querer creerlo tan intensamente no es la prueba de que ya no creemos” Emmanuel Carrère, “El Reino”
2 – Mateo - “¿Para qué vivir de obras de arte ajenas y antiguas? Que cada hombre construya su catedral”. Jorge Luis Borges
3 – Marcela – “Hay que haber comenzado a perder la memoria, aunque sea solo a retazos, para darse cuenta de que esta memoria es lo que constituye toda nuestra vida (…) Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento”. Luis Buñuel, “Mi último suspiro”
4- Elmer – “Detrás de los acontecimientos que nos comunican sospechamos otros hechos que no nos comunican. Son los verdaderos acontecimientos. Sólo si los supiéramos, comprenderíamos”. Bertold Brecht, “El compromiso en literatura y arte”.
5 – Julián – HOMBRE: - Oí unos pasos en el jardín y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí.
DIOS: - ¿Acaso has comido del fruto prohibido?
HOMBRE: - La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él. Génesis, 3:8- 12
6 – Carmen – OFELIA (…) Dicen que la lechuza era hija del panadero. ¡Dios mío! Sabemos lo que somos pero no lo que podemos ser. William Shakespeare, “Hamlet”.
7 – Epílogo – Alfredo – “La violencia religiosa es diversa y multiforme” Jean Paul Gouteux, “Apología de la blasfemia”.
Considero que después de la lectura cada lector les irá dando un sentido, cada uno significa, anticipa y revela el devenir de los acontecimientos.
El crimen atroz de una adolescente – Ana, la menor de la familia – y su cadáver encontrado en un descampado mutilado y carbonizado, en la localidad de Adrogué. El caso se cerró sin culpables. Treinta años después la verdad aparecerá revelada en una carta del padre dirigida a Lía (la hermana que escapó del núcleo familiar y se fue a vivir a Santiago de Compostela) y Mateo, su nieto.
Claudia Piñeiro aborda en la novela los conflictos familiares; los prejuicios familiares y sociales; lo que está detrás de las apariencias; lo cuestionable de la fe; la crueldad y la ceguera del fanatismo y la obediencia religiosa; la imposibilidad de creer y cómo se ve como diferente y lejano a quien se atreve a desafiar los mandatos familiares. Y un tema tan delicado y tabú como el del aborto que interpela a la sociedad desnudando la hipocresía, las mezquindades, la mirada de los otros, los posicionamientos conservadores, las ideologías. Como sostiene Claudia Piñeiro “las religiones te obligan a pensar en una sola dirección, de una manera colectiva e irracional”.
En la entrevista de Mariana Arias (“La Nación”, 5/3/20) y ante la pregunta del porqué del título, la escritora responde:
–Para los que hemos viajado, la catedral es un monumento arquitectónico que se impone, que te dan ganas de ver, de entrar. Es corporizar la fe en algo material. Acá está Dios, como entra la luz, el sonido, hay una presencia divina. También es un homenaje al cuento de Raymond Carver que relata cómo un no vidente le pide a alguien que le cuente cómo es la catedral. La catedral significa mucho de lo que quiere decir la novela. También Borges se pregunta para qué seguir admirando obras antiguas, que cada hombre construya su propia catedral.
–La novela invita a pensar que cada uno tiene su propia catedral, una estructura que sostiene, una ética, valores propios. ¿Cuál es tu catedral?
–La palabra, en la elección de la palabra hay una ideología. Lo que uno dice, lo que no, cómo lo dice. Mi catedral es la palabra.