Penélope y las doce criadas
Margaret Atwood toma el relato épico de la “Odisea”
de Homero y crea una versión en donde la historia está vista desde la óptica de
Penélope y no de Odiseo. La autora especifica al final del libro que ha tomado
como fuentes a Robert Graves (“Los mitos
griegos”), himnos homéricos y “Trickster makes this world” (El pícaro hace el
mundo) de Lewis Hyde para comprender mejor al personaje de Odiseo y que “el
coro de las criadas es un homenaje a los coros del teatro clásico. La costumbre
de dar una versión burlesca de la acción principal surgió en las obras
satíricas antes que en la tragedia”.
La intertextualidad se observa en la recreación
del mito homérico. Todos conocemos la historia de Penélope, su casamiento
decidido por su padre con Odiseo; la guerra de Troya desatada tras el incidente
de Paris y Helena, por el cual Odiseo debe partir y Penélope queda sola al
mando del castillo en Ítaca y al cuidado de su hijo Telémaco. Transcurren los
años y a Penélope le llegan rumores de la existencia de Odiseo que se divulgan
de boca en boca. Mientras tanto asoman los pretendientes que quieren seducir a
la reina y ella, con sus doce criadas, planea que ellas se infiltrarían entre
los pretendientes mientras Penélope tejía y destejía el sudario de su suegro
Laertes por las noches. Pero la estrategia es descubierta, surge la amenaza de
que matarían a su hijo. Finalmente, aparece Odiseo vestido como un mendigo, los
desafía en demostrar la habilidad para tensar su arco, vence y desata su
venganza asesinando al centenar de pretendientes y ahorcando a las doce criadas
que osaron haber tenido relaciones con sus enemigos sin su consentimiento. Pero
las mentiras y desconfianza entre ellos ya está instalada.
Hasta acá el mito clásico como lo conocemos. Pero
la genialidad de Atwood está en plantear la novela como memorias póstumas de
Penélope; ella está en el Hades, en el siglo XXI, la voz es la de la heroína y
su visión no solo de Odiseo, el destino de sus fieles criadas sino también del
mundo actual. El final es otro. La ironía y hasta cinismo propios de la mirada
femenina de Atwood le da una vuelta de tuerca al mito homérico. Plantea una
visión distinta de la historia mítica que atrae por diversa, crítica y
verosímil. Y el haber resaltado el papel de las doce criadas que, a modo de
coro, hacen oír su voz en una sociedad patriarcal que las menosprecia y
margina. Los reproches a Odiseo: “Somos las criadas/ que mataste/ las
criadas traicionadas/ colgadas en el aire/ quedamos agitando/ los desnudos
pies”, cantan las doce criadas en uno de los capítulos de
la novela.
“Me he decantado por dejar que fueran Penélope
y las doce criadas ahorcadas quienes contaran la historia. Las criadas
forman un coro que canta y recita y que se centra en dos preguntas que
cualquier lector se plantearía tras una lectura mínimamente atenta de la Odisea: ¿cuál fue la
causa del ahorcamiento de las criadas? Y, ¿qué se traía entre manos Penélope?
La historia como se cuenta en la Odisea no se
sostiene: hay demasiadas incongruencias. Siempre me han intrigado esas criadas
ahorcadas”, reconoce la narradora canadiense.
Publicada originalmente con el título The Penelopiad (2005), Atwood
advierte en el prólogo que la Odisea de Homero no
es la única versión de la historia. “Originariamente, el material mítico era
oral y también local (los mitos se contaban de forma completamente distinta en
diferentes lugares). Así pues, he recogido material de otras fuentes, sobre
todo relacionado con los orígenes de Penélope, los primeros años de su vida y
su matrimonio, y los escandalosos rumores que circulaban sobre ella."
Margaret Atwood
invierte la perspectiva y crea una novela atractiva, interesante que muestra su
talento narrativo y originalidad.