Desolación
Se había acostumbrado a la soledad y las penas se le caían a
montones de sus magros bolsillos. La vejez como cruel topadora le había privado
de las cosas esenciales como la vista, y ese dolor de huesos no la dejaba en
paz.
Día a día alimentaba la esperanza
de volver a ver al hijo que se fue a
buscar destino hace mucho tiempo ya. Se había
convertido en su única ligazón a la vida.
La entrada de la vecina con unas flores para la tumba la
volvieron a la realidad.
S.B